Para contar, cuenta conmigo

Mafer Menag
4 min readMay 28, 2021

Recuerdo que en preparatoria una de mis mejores amigas me pedía todas las tardes que le contara la historia de cómo sería si el chavo que le gustaba y ella fueran novios.

Hacía todos los días escenarios sobre sus encuentros en la escuela, en los pasillos. Qué expresión tendría en su cara y lo que le diría para por fin invitarla a salir.

Recuerdo que cuento cosas desde que estaba chica. Trabilla me decían. Una de las imágenes más claras que tengo sobre esto, es escribir un cuento con el agua de la regadera y pensar que eso me gustaba mucho. Pero no le digas a nadie, qué pena desperdiciar tanta agua.

Cuando descubrí esto, estaba en sexto de primaria, donde de tarea nos dejaron exponer una historia basada en un dato real sobre ciencias naturales. Elegí la naturaleza de la ballena, creo que dibujé un ser inmenso en el rotafolio y escribí un cuento que cuando pasé a exponer, tuve que golpear mi cabeza contra el pizarrón para poder narrar mejor y mostrar mi bella ilustración.

Cuento en mi mente un montón de tragedias, más que buenos momentos. Lloro imaginando escenarios fatales sobre mi vida, sobre cómo me romperán el corazón o sobre las múltiples muestras de afecto que recibiré el día que muera. Quizá eso no sea tan extraordinario o diferente a lo que a ti te pasa, pero por favor, escribe un poema y ponlo en mis manos antes de que desvanezca.

Quiero empezar a contarte estas historias personales e imaginadas. Estos momentos que me han hecho crear fotografías con un inmenso pie de foto.

La primera vez que me tomé esto en serio, llegué con una bolsa llena de libros a un taller de la Casa de la Cultura de mi pueblo pensando que hablaríamos sobre nuestros autores y autoras favoritas.

Lo que me encontré fue a un grupo de personas mayores, para ese momento, a mis 15 años, veía muy alejada mi experiencia de esos escriteros, como dice Jorge de Haro, que cada semana se juntaban a escuchar sus versos y dialogar sobre ellos.

Así me animaron a crear mi primer poema, el cuál conservo con recelo, no,n no te lo voy a compartir, por la dedicatoria tan ñoña que tenía a mi amor platónico, que cabe destacar, nunca he conocido en persona.

Recuerdo mi primer presentación “editorial”, fue en un homenaje a José Alfredo Jiménez, en el patio de su casa nos reunimos a leer nuestros trabajos en unas revistas que imprimimos modestamente.

Yo, temerosa por la asistencia abundante de adultos, leí rápidamente mi escrito, uno donde recorría los títulos de mis canciones favoritas del cantautor con una melosa prosa poética.

Al finalizar, se acercó a mi Angelo, el italiano que vivía en el pueblo a estrechar mi mano. Su fuerza era abundante comparada con su pelo cano. No recuerdo bien las palabras, solo sé que él fue la primera persona que me dijo: esto es tuyo, no lo dejes.

Angelo siempre te voy a querer como abuelo aunque Mamis nunca aceptó salir por un café contigo.

De ahí, publicamos revistas cada cierto tiempo y las presentábamos en un café “Galería, Arte, Forma y Color”, donde Margarita nos arropó e incluso nos dejó armar un concurso de poesía. Fui jurado a mis 17 años y nunca me tomé en serio. Autosabotaje, le llaman.

De ahí salté a mis ejercicios literarios en la universidad. Dejé la poesía y conocí a Esquinca, a Villoro. Descubrí la dramaturgia, el cuento corto y escribí un monólogo.

“Ingrata”, le llamé a un compendio de ideas que, si bien lo vuelvo a ajustar, quizá de para una rutina de stand up.

Sin embargo, la poesía insistía. Y el Dr. Brehem escribió una nota al pie de mi trabajo: si sigues practicando lo lograrás, tienes madera.

¿Y qué creen? Lo he hecho, pero en diferentes formatos. Sobre todo en mi cabeza. Pero por eso estoy aquí, porque ya me salta el corazón por contarles algo, por hacer que me acompañen a esta galería que tengo en mi mente.

Espero que este recorrido les sea útil para acompañar su desayuno. Seré feliz si alguien se prepara y toma un café escuchando o leyendo este fragmento de mi, de mi canasto mental de cuentos.

Consejos

  • Recuerda siempre anotar en un mensaje, blog virtual o grabarte cuando una idea viene a tu mente. Muchas no vuelven.
  • Deja enfriar tus escritos, es lo mejor que me han dicho. Pero no los dejes orear demasiado.
  • Comparte lo que escribes, así se irá quitando la pena, como la primera vez que te grabaste en un storie.
  • Nunca dejes de hacerlo. Tienes madera.

Mis apps favoritas:

  • Bear. Para notas.
  • Medium. Obvio por su formato.
  • Telegram. Crea un canal solo para ti y ahí mándate los audios, fotos o textos que no quieras perder.

Escucha este cuento en www.anchor.com/

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