P I P Í

Mafer Menag
2 min readApr 27, 2017

Entré al baño en un paradero que me pareció un universo que interrumpe la carretera México-Querétaro. Al entrar por el circuito de cinco pesos adivine el olor de la orina femenina y comienzo a imaginar que si ha de tener sabor debe ser dulce, un dulce que me imagino por su olor agrio pero suave. ¿Quién habla así de su pipí?

No es que sea sucia, pero no puedo evitar darle cierto sentido a este pensamiento sobre la orina. Los baños de mujeres aglutinan una atmósfera agria que combina perfume, desodorante y limpia pisos corriente, la experiencia se convierte en una sensación nada personal que extrañamente me inspiró a hablar de cuando una hace del uno.

La pis es tibia y liviana, larga después de tres cervezas, difícil después del orgasmo, caliente y camaleónica una vez al mes. Y siempre que toca orinar en carretera recuerdas la letanía de tu madre: de agüilita porque seguro te pasan un bicho si te sientas y lleva tu propio papel o enfrenta la pesadilla de quedarte sacudiendo el trasero, rogando: que no quede huella, que no, que no.

Perdóname mamá, perdóname feminismo, aún no puedo comprar el plástico para orinar parada en carretera. Esperaré hasta la siguiente gasolinera, aguantaré esta agüita amarilla.

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